El nuevo canciller alemán, Friedrich Merz (CDU), busca que Alemania adopte un perfil más firme en política exterior. Sin embargo, hasta ahora hay pocas señales concretas de ese cambio. “Germany is back on track” («Alemania ha vuelto al buen camino»), declaró en inglés al asumir el cargo, criticando a su antecesor Olaf Scholz por su cautela frente a Ucrania y su falta de ambición europea.

Merz ha convertido la política exterior en una prioridad, prometiendo mayor liderazgo en la Unión Europea y un fortalecimiento militar que convierta al Bundeswehr en el ejército más poderoso de Europa. También abogó por una defensa europea más autónoma respecto a Estados Unidos.

De la independencia a la sumisión

¿Está cumpliendo esa promesa? Durante su primera visita a Washington, la reunión con Donald Trump fue calificada de “exitosa” por la ausencia de tensiones. Merz, sin embargo, habló poco y prometió aumentar el gasto en defensa, lo que pareció satisfacer a Trump. Para el politólogo Johannes Varwick, “Trump no quiere socios, quiere vasallos”.

Henning Hoff, del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores, apunta que Merz ha vuelto a una línea transatlántica tradicional, alejada de su retórica sobre “independencia”. Dada la dependencia europea en seguridad, un quiebre con EE. UU. sería imprudente, coinciden los analistas.

¿Puede Alemania ocupar el lugar de EE. UU. en Ucrania?

En la cumbre de la OTAN en La Haya, el tono hacia Trump fue igualmente complaciente. El secretario general, Mark Rutte, incluso lo llamó “papá”. Los aliados acordaron destinar el 5 % del PIB a defensa, respondiendo al mensaje de Trump: quien no pague, no será protegido.

Pero mientras tanto, EE. UU. ha congelado el envío de misiles Patriot a Ucrania y ya no impulsa su ingreso a la OTAN. Europa, y especialmente Alemania, se enfrentan ahora a la pregunta clave: ¿pueden —y quieren— reemplazar a Estados Unidos? Varwick lo duda: “Ni por poder político ni por capacidad financiera. Tarde o temprano, Berlín y Bruselas también darán un giro similar al de Washington”.

Tensión con Polonia y ausencia en Oriente Medio

Tras asumir, Merz visitó París y Varsovia. Con Emmanuel Macron hubo cordialidad, pero con el primer ministro polaco Donald Tusk surgieron tensiones por los controles fronterizos alemanes, percibidos como una medida simbólica contra la migración que dañó la relación bilateral.

Mientras tanto, Europa permanece al margen en el conflicto en Oriente Medio. Tras ataques de Israel y EE. UU. contra Irán para frenar su programa nuclear, no hubo consultas con socios europeos. Merz se mostró conforme con haber sido informado: “Fui uno de los primeros, si no el primero, en saberlo”, dijo a la cadena ARD. “Eso demuestra lo irrelevantes que somos”, lamenta Varwick.

¿Cuál es el rumbo?

Tras dos meses de gobierno, la política exterior de Merz presenta claroscuros. Henning Hoff aún no tiene claro a qué se refiere el canciller con “volver al buen camino”, ni cuál es su visión concreta. El impulso actual parece sustentado en una fuerte expansión del gasto en defensa e infraestructura, posible gracias a su propio cambio de postura y al respaldo del SPD y Los Verdes. “El gobierno anterior no tenía esa opción”, señala Hoff.

Queda por ver si Merz podrá convertir ese margen político y financiero en una política exterior realmente transformadora.

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