La creciente guerra arancelaria entre Estados Unidos y la dependencia comercial cada vez mayor de China están impulsando a América Latina a replantear su vínculo con la Unión Europea. En este nuevo escenario, el acuerdo con el Mercosur se presenta como una pieza estratégica.
En la última década, China ha fortalecido sus lazos con América Latina, consolidándose como su principal socio comercial. En 2024, el intercambio entre ambas regiones superó los 500.000 millones de dólares. Hoy, Pekín es el principal socio comercial de Brasil, Perú y Chile, y busca expandir su influencia sobre los 33 países que integran la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Ante este panorama, surge la pregunta: ¿siguen siendo relevantes las relaciones entre América Latina y la Unión Europea, pese a su larga historia compartida?
La UE pierde terreno frente a China
“La UE ha ido perdiendo terreno en América Latina en favor de China”, señala Ana Ayuso, investigadora sénior del CIDOB. En entrevista con DW, agrega que el bloque europeo ha dejado de priorizar sus relaciones con la región. En 1990, la UE representaba cerca del 25 % del comercio latinoamericano, pero para 2011 esta cuota había caído al 14 %, y actualmente ronda solo el 11 %, según Susanne Gratius, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid.
A pesar de esta caída, el comercio entre la UE y América Latina alcanzó en 2023 los 369.000 millones de euros, según el Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI). Además, la Unión Europea sigue siendo el principal inversor extranjero en la región.
Cooperación política y desarrollo: fortalezas de la relación
“El comercio es el pilar más débil de la relación UE-CELAC”, explica Gratius. No obstante, la cooperación al desarrollo y el diálogo político son ámbitos donde la UE conserva un papel destacado.
Gratius también advierte que, bajo el liderazgo de la actual alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, el interés europeo por América Latina ha tocado un mínimo histórico. “Las prioridades están en otra parte. La Unión Europea se comporta más como un actor regional que como uno global”, señala.
El acuerdo UE-Mercosur: una oportunidad histórica
Firmado en 2024 tras 25 años de negociaciones, el acuerdo entre la UE y el Mercosur representa una posible revitalización del vínculo birregional. Sin embargo, expertos temen que su ratificación pueda demorar más de una década.
“Estados Unidos ha dejado de ser un socio previsible y muchos países de América Latina miran con recelo una mayor dependencia de China”, afirma Ernesto Talvi, investigador del Real Instituto Elcano y excanciller de Uruguay. “En ese contexto, la UE se perfila como el socio natural en esta reconfiguración de alianzas internacionales”, sostiene.
Talvi considera que las relaciones entre Europa y América Latina han entrado en un “fast-track muy auspicioso”. La modernización del acuerdo UE-México —congelado desde 2019— y la expansión de tratados comerciales con países como Colombia, Perú, Ecuador, Chile, Centroamérica y el Caribe, consolidarían a la UE como un actor clave. “Si se ratifica el acuerdo UE-Mercosur, la UE tendrá acuerdos con países que suman el 95 % del PIB latinoamericano, convirtiéndose en el socio estratégico más importante de la región”, subraya.
Una nueva narrativa para el siglo XXI
Ana Ayuso, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, destaca que este es un momento decisivo para renovar los lazos. “El proteccionismo estadounidense y las guerras arancelarias hacen que Europa busque mercados alternativos y que América Latina vea en Europa una oportunidad para diversificar sus exportaciones”.
En la misma línea, el Dr. Gustavo Hernández Nieva, profesor de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), en Perú, considera que es momento de revisar los objetivos políticos de la relación birregional. En entrevista con DW, aboga por actualizar el concepto de “desarrollo sostenible” y construir una nueva narrativa basada en principios como solidaridad, democracia, derechos humanos y sostenibilidad, en sintonía con avances constitucionales en la región, como los Derechos de la Naturaleza.
“Una nueva narrativa UE-CELAC puede aportar un valor añadido al siglo XXI”, concluye Hernández Nieva.