Arabia Saudita ha registrado un aumento inédito de ejecuciones desde los años 90, con 217 penas capitales en lo que va de 2025, de las cuales 144 están vinculadas al tráfico de drogas. La principal razón: combatir el avance del captagón, una anfetamina muy popular en Oriente Medio, especialmente entre la juventud saudí adinerada.

Tras una moratoria de tres años, el reino reanudó en 2022 la pena de muerte por delitos de drogas, medida que ahora se aplica con rigor. Según analistas, muchas de las ejecuciones recientes corresponden a casos pendientes desde la suspensión.

El captagón es traficado principalmente por migrantes pobres —en su mayoría asiáticos— lo que preocupa a organizaciones como Amnistía Internacional, que denuncia juicios sin garantías para ciudadanos extranjeros. “Estamos viendo una tendencia alarmante”, advirtió Kristine Beckerle, de Amnistía.

Este enfoque punitivo choca con la imagen de modernización que intenta proyectar el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, impulsor de una apertura social. Sin embargo, debe responder a sectores ultraconservadores que exigen castigos ejemplares para frenar el narcotráfico.

“El régimen considera que la guerra contra las drogas justifica cualquier medida”, afirma el politólogo Karim Sader. En junio, el jefe de seguridad saudí declaró que se habían logrado “golpes contundentes” contra redes criminales.

Siria, pieza clave en el combate

Arabia Saudita atribuye buena parte del suministro de captagón a Siria, que bajo Bashar al-Assad se convirtió en su principal productor. En 2023, varios países árabes condicionaron la normalización con Damasco al compromiso de frenar ese tráfico.

Tras la caída de Assad a fines de 2024, las autoridades sirias afirmaron haber desmantelado todas las instalaciones de producción. No obstante, expertos advierten que el tráfico podría continuar, aunque debilitado, especialmente si Hezbolá también pierde poder.

“La represión por sí sola no acabará con el captagón, pero la caída de Assad y el debilitamiento de sus aliados sí podrían reducir drásticamente su flujo hacia Arabia Saudita”, concluye Sader.

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