El Reino Unido ha presentado un ambicioso plan de defensa para la próxima década, con el objetivo de disuadir a Rusia y reafirmar su papel como potencia militar en Europa. La estrategia también busca complacer a Estados Unidos, que desde hace años insta a sus aliados a incrementar el gasto en defensa.

El primer ministro Keir Starmer no ha escatimado advertencias al calificar a Rusia como la principal amenaza para la seguridad del país, ni en señalar que las Fuerzas Armadas deben prepararse para una eventual guerra. El corazón del nuevo enfoque está contenido en la Revisión Estratégica de Defensa: un informe de 140 páginas que plantea 62 recomendaciones para modernizar la capacidad militar británica y adaptarla a los desafíos del siglo XXI.

Entre las medidas más destacadas figura la construcción de hasta 12 submarinos de ataque con propulsión nuclear para 2030, en colaboración con Estados Unidos y Australia. También se contempla una inversión de más de 8.000 millones de dólares para reabastecer el arsenal de municiones —agotado en parte por los envíos a Ucrania— y la construcción de seis nuevas fábricas de armamento, que generarán unos 1.000 puestos de trabajo.

El documento señala la urgencia de avanzar hacia una guerra multidimensional, donde la inteligencia artificial, los ciberataques, los drones y las defensas antimisiles se combinan con el poderío militar tradicional. Como parte de esta transformación, se creará un nuevo Comando Cibernético y Electromagnético, con una inversión de 1.000 millones de libras esterlinas, destinado a enfrentar amenazas en el ciberespacio.

“Este es el cambio más profundo en las Fuerzas Armadas británicas en 150 años”, declaró el general Sir Richard Barrons, coautor de la revisión.

“En esta nueva era para la seguridad, mientras Rusia libra una guerra en nuestro continente, debemos liderar la innovación y adaptar nuestras fuerzas a los campos de batalla del futuro”, añadió el primer ministro Starmer.

Entre Rusia y China

Aunque Rusia es descrita como la amenaza “más inmediata y apremiante”, la revisión también advierte sobre el poder militar de China, calificada como un “desafío sofisticado y persistente”. Según el diario The Times, China dispone de misiles capaces de alcanzar Reino Unido y Europa.

Pese a los intentos del gobierno de Starmer por estrechar lazos económicos con Pekín, persisten la desconfianza y las sospechas de espionaje.

¿La mayor potencia militar de Europa?

Con unas 141.100 personas en servicio activo, el Reino Unido no lidera el continente en número de tropas —Francia, por ejemplo, cuenta con más de 202.000 efectivos—, pero mantiene una ventaja cualitativa en múltiples áreas clave.

“Aunque el tamaño de sus Fuerzas Armadas es menor que el de Polonia, Alemania o Italia, Reino Unido conserva una ventaja tecnológica clara”, explicó Bence Nemeth, profesor de Estudios de Defensa del King’s College London.

“La Marina Real británica es la más poderosa de Europa, y su Fuerza Aérea cuenta con aviones de combate avanzados, capacidades estratégicas de transporte aéreo y sofisticados sistemas de inteligencia y vigilancia”.

No obstante, el Reino Unido enfrenta una crisis de reclutamiento: el Ejército está por debajo de su tamaño objetivo por primera vez desde su creación, con una brecha estimada de 5.440 efectivos.

Una guerra virtual en curso

La guerra en Ucrania ha obligado a Reino Unido a revisar su preparación y logística militar. De hecho, expertos consideran que el país libra desde hace tres años una guerra virtual con Rusia, marcada por ciberataques, operaciones de inteligencia y desinformación.

Además del envío de armas, Londres ha entrenado a 51.000 voluntarios ucranianos en su territorio.

El gasto en defensa: exigencia de Washington y desafío interno

Actualmente, el Reino Unido destina el 2,3% de su PIB a defensa, con el objetivo de elevarlo al 2,5% en 2027 y alcanzar el 3% en 2034, aunque sin precisar cómo financiará ese aumento. Según estimaciones de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, cumplir ese objetivo costaría 17.300 millones de libras adicionales entre 2029 y 2030.

La presión para incrementar el gasto no solo viene del contexto internacional, sino también de Washington. El expresidente Donald Trump —candidato nuevamente a la presidencia— ha insistido en que los países europeos paguen más por su propia seguridad y ha sugerido condicionar la defensa estadounidense a esos compromisos.

¿Una nueva carrera armamentista?

El Reino Unido no está solo en esta ruta. Otros países de la OTAN también estudian aumentos significativos en su presupuesto militar. Se ha planteado un nuevo umbral del 3,5% del PIB para defensa, e incluso algunos líderes han sugerido llegar al 5%, aunque sin fechas definidas.

No obstante, el Gobierno británico se enfrenta a una disyuntiva: cómo financiar este rearme en un contexto de finanzas públicas deficitarias, sin descuidar su “relación especial” con Estados Unidos ni las crecientes amenazas de Rusia y China.

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