El reciente acuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos ha generado críticas en Europa, donde asociaciones empresariales y varios gobiernos lo consideran desequilibrado y potencialmente perjudicial para la economía del bloque. Sin embargo, Bruselas insiste en que va más allá del comercio: “Se trata de seguridad, de Ucrania y de la actual inestabilidad geopolítica”, afirmó el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic.
El pacto, anunciado por Ursula von der Leyen y Donald Trump, incluye un arancel base del 15 % para la mayoría de productos europeos, con exenciones para bienes estratégicos. También contempla compromisos europeos para adquirir energía, chips de inteligencia artificial y material de defensa estadounidense por 750.000 millones de dólares, además de invertir otros 600.000 millones en EE. UU.
A pesar de los beneficios estratégicos, países como Francia y Hungría han criticado el acuerdo, mientras expertos señalan debilidades en la negociación. Penny Naas, del German Marshall Fund, considera que la UE no supo hacer valer su peso como mayor mercado único, y que el resultado revela su dependencia de Washington, especialmente por el apoyo militar a Ucrania.
Elvire Fabry, del Instituto Jacques Delors, cree que más que una negociación, fue una imposición, ya que Europa no puede reemplazar la ayuda estadounidense. Ambas analistas coinciden en que la falta de unidad entre los Estados miembros debilitó la posición europea frente a EE. UU.
El acuerdo también tiene un claro componente antichino. Según Fabry, incluiría compromisos de coordinación frente a la sobreproducción china, aunque los detalles aún no se conocen. Sefcovic advirtió que los problemas con China no disminuyen, y destacó la convergencia de posturas entre Bruselas y Washington.
El pacto refuerza la alianza transatlántica, pero también evidencia que la autonomía estratégica europea sigue siendo más aspiración que realidad.
(vt/cp)