Después de la toma rebelde de Damasco el pasado 8 de diciembre, Israel ha impulsado una sorpresiva avanzada en la zona desmilitarizada en los Altos del Golan, además de bombardear más de 400 objetivos dentro de territorio sirio. La presencia militar israelí en Siria podría ser la tónica que marque el futuro de las relaciones entre ambos países.

Tras la caída del Gobierno de Bashar al-Assad, Israel posa sus ojos en una debilitada y dividida Siria. No habían pasado 24 horas desde que los grupos rebeldes anunciaron la captura de Damasco y la retirada del presidente en rumbo a Rusia, cuando el Ejército israelí ya había ordenado las primeras movilizaciones castrenses en la zona desmilitarizada entre ambos países.

A pesar de las repetidas condenas desde Naciones Unidas, Israel ha bombardeado más de 400 veces territorio sirio desde el 8 de diciembre, además de movilizar sus tropas en la zona de amortiguación entre ambas naciones en los Altos del Golán por primera vez en 50 años.

El ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, argumentó que los ataques aéreos tienen el mero objetivo de destruir armas químicas, misiles y demás armamento para evitar que caigan en «manos de extremistas». Sin embargo, Benjamin Netanyahu reconoció que Israel hará «lo que sea necesario para garantizar nuestra seguridad».

«No tenemos intención de inmiscuirnos en los asuntos internos de Siria, pero desde luego tenemos la intención de hacer lo que sea necesario para garantizar nuestra seguridad», dijo el primer ministro israelí el pasado 10 de diciembre.

Además, el Ejército israelí también confirmó que algunos de sus ataques impactaron en contra de la flota naval siria, afirmando que al menos el 70% de la capacidad militar que tenía el Gobierno de al-Assad ha sido eliminada.

A menos de un día desde que los rebeldes sirios hubieran elegido a Mohamed al-Bashir como nuevo primer ministro interino para la transición gubernamental tras 24 años de régimen ininterrumpido, Israel lanza un mensaje claro sobre sus pretensiones en torno a la nueva relación política con Damasco: aceptan el nuevo Gobierno, pero solo bajo sus condiciones.

Irán y Hezbolá, la línea roja para el nuevo Gobierno sirio

Tel Aviv fue uno de los primeros países de la región en pronunciarse sobre la caída de al-Assad, celebrando el cambio de régimen y, hasta cierto punto, adjudicándose un gran peso entre las razones del espontáneo derrocamiento gubernamental en Siria.

Israel dijo que su brutal ofensiva en la Franja de Gaza contra Hamás, la subsecuente guerra en contra de Hezbolá en Líbano, y la presión generada a Irán tras el intercambio de misiles en meses anteriores habían debilitado a Teherán, impidiendo que pudiera prestarle ayuda militar al régimen de al-Assad para evitar la insurrección rebelde.

El derrocado presidente sirio había servido como uno de los aliados regionales más cercanos a Irán y Rusia en los últimos años, prestando su estratégico territorio para el establecimiento de bases rusas y tropas de Hezbolá, milicia chiita libanesa financiada por Irán.

A horas de que la coalición rebelde liderada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), antiguo aliado de Al-Qaeda en Siria, tomara el control del Gobierno, Israel le advirtió a los rebeldes sobre no retomar las alianzas que al-Assad había construido en la zona.

«Si el nuevo régimen de Siria permite que Irán se restablezca o permite la transferencia de armas iraníes a Hezbolá, responderemos con contundencia y exigiremos un alto precio.», expresó Netanyahu en un video publicado por su oficina en redes sociales.

Además, algunas voces dentro de la política israelí entienden la caída de al-Assad como un momento bisagra en la historia de Medio Oriente que el Estado de mayoría judía debe aprovechar para ampliar su influencia en la región. Benny Gantz, uno de los rivales políticos de Netanyahu, expresó que Israel encaraba una oportunidad histórica para «desarrollar nuestras relaciones con los drusos, los kurdos y otros grupos de Siria», según dijo a medios locales el pasado 9 de diciembre.

Sin embargo, el oficialismo israelí parece haber fijado su postura con el nuevo Gobierno sirio. El 9 de diciembre, Saar sentenció que los líderes de la coalición rebelde que derribo a al-Assad estaban guiados por «una ideología extrema del Islam radical», lo que justifica los ataques «preventivos» que emprende el Ejército dentro del país vecino.

En el fondo, Israel parece haber reaccionado hostilmente ante el desconocimiento en las intenciones del nuevo Gobierno. Aunque al-Assad estaba aliado a Irán, expertos señalan que no representaba una amenaza real para el Estado israelí, debido a su debilidad económica e inestabilidad política, lo que convertía al expresidente en un «enemigo estable».

«El régimen de Bashar al-Assad rara vez emprendió acciones directas contra Israel, prefiriendo centrarse en las amenazas internas (…) Siria bajo al-Assad era un enemigo conveniente y, sobre todo, estable», mencionó Sébastien Boussois, especialista en Medio Oriente en el Observatorio Estratégico de Ginebra.

El vacío de poder en Siria es un escenario inhóspito para Israel. Aunque el líder del HTS, Abu Mohammed al-Jolaini, se ha mostrado al mundo como un político moderado y abierto a la diversidad de creencias, su pasado como integrante de Al-Qaeda marca su ficha y preocupa dentro de la región por una deriva teocrática en el país.

La incertidumbre en los Altos del Golán

En medio de las dudas por la ideología del nuevo Gobierno sirio y su postura frente a la región, Israel ha decidido avanzar militarmente dentro de territorio vecino. Desde el 8 de diciembre, tropas del Ejército israelí se han posicionado en la zona desmilitarizada de los Altos del Golán, en el sur de Siria.

«No nos han dejado ni cinco horas para celebrar que se ha ido al-Assad. Nos libramos de un problema y amanecimos con otro. Ahora estamos preocupados de que también entren aquí», lamentó Yawal Awuad, poblador en la zona siria de los Altos del Golán, para el diario ‘El País’.

La zona desmilitarizada, que es patrullada por fuerzas de Naciones Unidas, fue implementada en el pacto de tregua firmado entre Israel y Siria en 1974, después de que finalizará la Guerra Árabe-Israelí, donde Damasco intentó recuperar la región de los Altos del Golan, ocupada por Tel Aviv desde 1967. En 1981, Israel se anexó unilateralmente alrededor de tres cuartos de la superficie que comprende los Altos del Golan.

En el acuerdo de 1974 se incluyó la creación de una zona de amortiguación desmilitarizada en medio de la parte israelí y la siria. Tropas de la Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Separación son las encargadas de vigilar los casi 400 kilómetros cuadrados que comprende esta zona neutral, en donde ninguno de los dos bandos puede estar.

La región, sumamente estratégica militarmente para cualquiera de ambos bandos y rica en recursos naturales, ha sido levemente disputada en décadas recientes. Ahora, 50 años después, Israel ha transgredido la zona desmilitarizada en los Altos del Golán, y algunos reportes indicaron que había tropas israelíes estacionadas a unos 40 kilómetros de Damasco, aunque Tel Aviv negó dichos señalamientos.

Para algunos, la razón del avance israelí en los Altos del Golán responde, de nuevo, a la expectativa de Tel Aviv por la actitud del nuevo Gobierno sirio entorno a la región.

«El debilitado régimen de Bashar al-Assad nunca había emprendido acciones diplomáticas o militares serias para intentar recuperar el Golán. Pero HTS podría querer reclamar más adelante que volviera a control sirio», remarcó Boussois.

Entre la incertidumbre y la violencia, Siria e Israel se encaminan a un nuevo capitulo en sus crispadas relaciones políticas, marcadas por un contexto regional convulso que podría detonar otra crisis dentro de Medio Oriente.

Con AP, Reuters

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