La transformación digital impulsa el crecimiento empresarial, pero también ha incrementado los fraudes digitales. El Equipo de Tecnología (T.I.) de Rextie advierte que incluso las herramientas más avanzadas fallan si el usuario no tiene educación digital para detectar amenazas. Por ello, la empresa enfatiza la importancia de fortalecer estos hábitos y comparte recomendaciones clave para prevenir posibles casos de fraude.
Fraude moderno: ingeniería social al mando
La imagen del hacker rompiendo códigos complejos quedó atrás. Hoy, los ciberdelincuentes apuntan al eslabón más vulnerable de cualquier organización: el error humano. Para ello utilizan tácticas cada vez más sofisticadas y personalizadas, entre ellas:
● Phishing de alta gama: correos casi idénticos a los de bancos o proveedores legítimos.
● Suplantación de identidad (CEO Fraud): mensajes que aparentan venir de un alto directivo solicitando acciones financieras urgentes.
● Facturas falsas: documentos alterados para desviar pagos a cuentas fraudulentas.
● Quishing (QR maliciosos): códigos QR que redirige a sitios diseñados para robar credenciales.
Educación digital: nuestro firewall humano
La ciberseguridad dejó de ser responsabilidad exclusiva del área de TI. Hoy es un desafío transversal que requiere que todos —desde practicantes hasta gerentes generales— desarrollen un “músculo del escepticismo”.
“El colaborador informado es hoy la primera línea de defensa. Un equipo que sabe identificar riesgos puede detener un fraude antes de que empiece”, destaca el Equipo de Tecnología (T.I.) de Rextie.
Para la empresa, entrenar a los colaboradores para identificar señales de alerta —como ligeros cambios en una dirección de correo, links sospechosos o presiones inusuales para ejecutar pagos— es la inversión más rentable para proteger la tesorería y la operación del negocio.
Cero confianza y doble verificación
Bajo el enfoque de “Zero Trust” (Confianza Cero), la empresa debe asumir que ningún mensaje o solicitud financiera es confiable hasta ser verificada por otro canal. Entre los protocolos mínimos recomendados destacan:
● Verificación de dos pasos: nunca ejecutar una transferencia inusual solo por un correo; confirmar siempre por llamada o mensajería interna oficial.
● Segregación de funciones: quien ingresa un pago no debe ser la misma persona que lo autoriza.
● Validación de proveedores: revisar periódicamente que las cuentas bancarias coinciden con los registros históricos antes de liberar cualquier pago.
En conclusión, la lucha contra el fraude requiere más que tecnología: necesita una cultura interna que priorice la prevención. Cuando los equipos se sienten preparados para alertar sobre riesgos y las empresas incorporan soluciones fintech inteligentes, se crea una defensa integral donde el criterio humano y la seguridad digital trabajan juntos para proteger la operación corporativa.