Miles de jóvenes, convocados por el movimiento del Sombrero y la Generación Z, salieron el sábado 15 de noviembre a protestar en varias ciudades de México contra la creciente violencia. La movilización, marcada por el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo —conocido como El Sombrero y símbolo de la lucha contra el crimen organizado—, derivó en fuertes enfrentamientos frente al Palacio Nacional.
En la Ciudad de México, manifestantes con sombreros y pancartas de “Todos somos Carlos Manzo” derribaron vallas y lanzaron piedras. La policía respondió con gases lacrimógenos, extintores y objetos contundentes.
El secretario de Seguridad capitalino, Pablo Vázquez, señaló que la marcha fue inicialmente pacífica hasta que un grupo encapuchado inició actos violentos. El saldo: 100 policías y al menos 20 civiles heridos, además de 20 detenidos y otras 20 personas remitidas por faltas administrativas.
La Suprema Corte condenó los disturbios ocurridos en sus inmediaciones. La presidenta Claudia Sheinbaum había criticado la convocatoria y afirmó que no se trata de un movimiento espontáneo, sino de una operación política “desorganizada” y “financiada desde el extranjero”, aunque el gobierno no ha presentado pruebas detalladas.
El estallido social ocurre en medio de fuertes cuestionamientos a la estrategia de seguridad del gobierno, tras recientes asesinatos como los de Carlos Manzo y Bernardo Bravo, líder limonero de Michoacán, que reflejan el avance del crimen organizado en distintos sectores del país.
Con EFE y AFP