Bolivia celebra elecciones presidenciales este domingo 17 de agosto en medio de su peor crisis económica en cuatro décadas, una polarización política sin precedentes y una profunda fragmentación electoral. Por primera vez en casi 20 años, el izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) concurre sin un candidato con suficiente respaldo, mientras las encuestas apuntan a un giro hacia la derecha.

Un escenario inédito

Los bolivianos acudirán a las urnas para decidir quién tomará las riendas de un país exhausto por la crisis financiera, la confrontación política y el desgaste del modelo económico vigente. Según los sondeos, se perfila una segunda vuelta dominada por candidatos de derecha, en un contexto donde la izquierda llega debilitada y dividida.

Del ascenso de Morales al quiebre del MAS

La historia política reciente de Bolivia está marcada por la figura de Evo Morales, primer presidente indígena del país y líder del MAS, que llegó al poder en 2006 con un programa de nacionalización de recursos y reconocimiento constitucional de los pueblos originarios. Gobernó tres mandatos consecutivos (2006-2019), pero su insistencia en prolongarse en el cargo y las denuncias de fraude en las elecciones de 2019 derivaron en su renuncia y posterior exilio.

Su salida desencadenó semanas de protestas violentas que llevaron a la entonces vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez, a asumir la presidencia interina y convocar elecciones para 2020, en las que Luis Arce, exministro de Economía de Morales, ganó con un 55% de los votos.

De aliados a rivales

La relación entre Arce y Morales se deterioró rápidamente. El expresidente exigió cambios en el gabinete y, ante la negativa de Arce, comenzaron los ataques cruzados. El MAS quedó fracturado entre ‘evistas’ y ‘arcistas’, con episodios de violencia interna como el congreso campesino de 2023 en El Alto, que dejó 800 heridos.

La inhabilitación de Morales como candidato por el Tribunal Constitucional acentuó la crisis interna. Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y visto como figura de consenso, fue acusado por Morales de traición, debilitando aún más las posibilidades electorales del partido.

La izquierda sin rumbo

Hoy, el MAS compite con dos candidaturas —Rodríguez y el exministro Eduardo del Castillo— que carecen del respaldo masivo que tuvo Morales. Para analistas como Gustavo Flores-Macías, de la Universidad de Cornell, el partido “torpedeó sus posibilidades” de retener el poder.

El avance de la derecha

Las encuestas, como la de Ipsos Ciesmori difundida por Unitel, Red Uno y Cadena A, colocan en primer lugar al empresario Samuel Doria Medina (21,2%), seguido por el expresidente Jorge ‘Tuto’ Quiroga (20%). Doria Medina, apodado el “candidato eterno”, busca en su cuarta postulación llegar finalmente a la presidencia. Quiroga, presidente interino en 2001 tras la renuncia de Hugo Banzer, intenta volver al Palacio Quemado con un mandato propio.

De potencia gasífera a economía en terapia intensiva

El próximo presidente recibirá un país con una inflación anual del 24,8% (julio) y sin reservas internacionales suficientes para sostener el gasto público. Las exportaciones de gas, antes motor económico, se han desplomado desde 2017. La escasez de dólares ha frenado las importaciones de combustible y bienes básicos, lo que ha generado largas filas para comprar gasolina, medicamentos y pan subsidiado —hoy reducido a casi la mitad de su tamaño habitual—.

Con un electorado cansado y desconfiado tanto de la derecha como de la izquierda, las elecciones de este 17 de agosto podrían marcar un punto de quiebre en el rumbo político y económico de Bolivia.

Con EFE, AP, Reuters y medios locales

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