Desde el 1 de enero, Moldavia se enfrenta a una crisis energética y política cuyo desenlace sigue siendo incierto. En pleno invierno, la rusa Gazprom dejó de suministrar gas a Transnistria, una región moldava autoproclamada e independiente dirigida por separatistas prorrusos.

Durante décadas, Transnistria recibió gas ruso de forma gratuita, que luego se revendía como electricidad al resto del país.

Transnistria es un territorio incrustado entre Moldavia y Ucrania, país que se negó a prorrogar el contrato para el tránsito de gas ruso hacia Europa, que expiró el pasado día 1 enero.

La rusa Gazprom inicialmente alegó la deuda impaga de Moldavia para justificar su negativa a utilizar rutas de suministro alternativas.

Las autoridades de Transnistria ahora afirman que Rusia pronto entregará gas como ayuda «humanitaria».

Mientras tanto, los residentes se ven obligados a vivir sin calefacción y soportan cortes de electricidad diarios.

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