●             Las escapadas al sur y la vida nocturna marcarán los principales picos de movilidad en Lima entre el 31 de diciembre y la madrugada del 1 de enero.

Como cada diciembre, el cierre del año no empieza con la cuenta regresiva, sino mucho antes. Desde el mediodía del 31, Lima comienza a moverse en una sola dirección: salir de la rutina. Familias, grupos de amigos y celebraciones privadas activan los primeros desplazamientos del día, marcando un cambio claro en la dinámica habitual de la ciudad.

El fenómeno del «Sur chico»

A diferencia de los días previos enfocados en compras, el 31 de diciembre el objetivo es salir de la ciudad. “Nuestra data proyecta que, a partir del mediodía, la demanda de viajes hacia las playas del sur (desde Punta Hermosa hasta Asia) crecerá más de un 250% comparado con un día estándar”, señala Fausto Liñan, Head of Growth en Cabify Perú. Este indicador refleja una tendencia creciente: el usuario prefiere delegar la conducción en trayectos largos de carretera para iniciar la celebración sin el estrés del volante.

Como cada año, la noche toma protagonismo

Asimismo, las zonas de entretenimiento y discotecas se convierten en el siguiente foco de desplazamientos. Durante las primeras horas de la noche, la demanda de viajes hacia distritos como Miraflores, Barranco o San Juan de Lurigancho aumenta cerca de 80 %, reflejando la preferencia de muchos por despedir el año en fiestas y eventos nocturnos. Así, lejos de apagarse, la actividad se intensifica al acercarse las 12. Sin embargo, tras la medianoche, la ciudad sigue en movimiento. En la madrugada del 1 de enero, estos puntos llegan a registrar picos de demanda de movilidad de hasta 150%, impulsados por los primeros retornos a casa.

En este horario, la propuesta de valor cambia: la prioridad del usuario deja de ser la inmediatez para centrarse en la seguridad. El aplicativo se convierte en la herramienta principal para evitar la conducción bajo efectos del alcohol, permitiendo que miles de usuarios regresen a casa de forma segura tras las celebraciones.

“La madrugada es un horario de alta complejidad para la ciudad. Lo que vemos es que la demanda se dispara justamente en las horas donde el atributo de seguridad es innegociable. No se trata solo de mover personas de un punto a otro, sino de garantizar trazabilidad y estándares estrictos de seguridad en el momento más sensible de la noche. La gente busca minimizar riesgos en su retorno”, finaliza Liñan.

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